EL PCE DE 1936-39 SIN LA VENDA EN LOS OJOS, POR EDUARDO MADROÑAL PEDRAZA

31/07/2020

Obviamente acerca de los años 1936-39 hay muchas posiciones, muchos análisis y muchas conclusiones. En este artículo nos vamos a centrar exclusivamente en el hecho fundamental de que el PCE de entonces se quita la venda en los ojos, de que el PCE de entonces pone la lucha por la independencia nacional como la clave democrática y revolucionaria.

El movimiento obrero español ha tenido desde su nacimiento como fuerza organizada en el último tercio del siglo XIX, una extraordinaria combatividad, radicalización y una enorme capacidad para desplegar su energía revolucionaria. Pero toda esa energía no se ha dirigido, como era el camino natural, contra los principales opresores y explotadores, las potencias imperialistas. Solamente el PCE de José Díaz y Pasionaria supo salvar este obstáculo histórico, señalando que la guerra contra el franquismo era también, y sobre todo, un combate contra los intentos del imperialismo alemán e italiano por dominar España.

Si a lo largo de los dos últimos siglos la izquierda española ha estado ciega ante la intervención del imperialismo, ha habido, sin embargo, un período excepcional, la Guerra Nacional Revolucionaria de 1936-1939, en el que la comprensión profunda -por parte del PCE de José Díaz y Pasionaria- del carácter y el contenido democrático y nacional de la revolución en España permitió, no sólo resistir durante tres años al fascismo y escribir una de las páginas más gloriosas de nuestra historia, sino que, además, creó las condiciones en que nuestro pueblo más cerca ha estado nunca de derrotar a sus enemigos, tomar el poder e iniciar un camino de transformaciones revolucionarias.

Pero esta comprensión del carácter de la lucha no hubiera sido posible si, previamente, el PCE no hubiera partido de una firme posición patriótica. Ya en las elecciones que dieron el triunfo al Frente Popular, el PCE hace del patriotismo una de las banderas que es necesario arrebatar a la reacción, situando en sus justos términos en qué consiste el patriotismo, quienes son los auténticos y los falsos patriotas.

Las siguientes son palabras de José Díaz -de rabiosa actualidad- en un mitin electoral sobre quienes son los verdaderos patriotas y cuales los falsos: “Camaradas: Hay una bandera que está en manos de nuestros enemigos, que ellos tratan de utilizar contra nosotros y que es preciso arrebatarles de las manos: la de que votando por ellos se vota por España. ¿Qué España representan ellos? (…) la reacción (…), de una manera abstracta, para cazar incautos, dice, grita en los carteles, en los mítines: votando por nosotros, votáis por España, votáis por la patria (…) hay que demostrar que quienes aman verdaderamente a su país somos nosotros (…) pues no es posible que continúen engañando a estas masas, utilizando la bandera del patriotismo, los que prostituyen nuestro país, los que condenan al hambre al pueblo, los que someten al yugo de la opresión al noventa por cien de la población (…) ¿Patriotas ellos? ¡No! Las masas populares, vosotros, obreros y antifascistas en general, sois los patriotas, los que queréis a vuestro país libre de parásitos y opresores; pero los que os explotan, no, ni son españoles ni son defensores de los intereses del país”. (José Díaz, secretario general del PCE. Discurso pronunciado en el Salón Guerrero de Madrid en febrero de 1936).

Sin la dirección del PCE de José Díaz y Pasionaria, la República difícilmente hubiera sido capaz de resistir al golpe combinado de las fuerzas reaccionarias internas con la intervención nazifascista de los imperialistas alemanes e italianos. De haber tenido la dirección las fuerzas republicanas burguesas, posiblemente todo el país se hubiera convertido en una enorme Santoña -el lugar donde las tropas del PNV pactaron a principios de 1937 la rendición y la entrega de Euskadi a los fascistas italianos- ante las primeras derrotas militares.

De haberla tenido las tendencias obreristas de CNT o los largocaballeristas del PSOE, la división y los enfrentamientos en la misma zona republicana la hubieran hecho estallar en mil pedazos en los primeros meses. Sólo la dirección del PCE estableciendo el carácter de la lucha como una batalla por la defensa de la patria y de las conquistas democráticas y populares permitió movilizar todas las energías del pueblo y mantener hasta el final la más sólida unidad de la clase obrera, de las masas populares, de las fuerzas antifascistas y de todas las nacionalidades y regiones de España.

La lucha contra el fascismo, en defensa de la legalidad republicana y el inicio de profundas transformaciones democráticas y populares jamás habría sido posible sin la dirección política y práctica del PCE sobre el Frente Popular. Estableciendo sin vacilaciones el carácter de la guerra como una guerra nacional -por dirigirse contra la intervención imperialista- y revolucionaria -por dirigirse contra la oligarquía financiera y terrateniente-, y, de acuerdo con ello, desarrollando una política que permitió unir a todos los sectores patrióticos y democráticos en defensa de la independencia nacional de España y su libertad.

Con el título ‘El camino de la victoria’, a mediados de enero de 1937, el Comité Central del PCE hace pública una declaración -que es a la vez un llamamiento a “todos los pueblos de España y a cuantos aman la paz, el progreso y la libertad”- en que se establece ya con toda claridad el contenido nacional y democrático de la guerra. “Seis meses van a cumplirse desde que estalló la sublevación militar fascista. En estos seis meses, la guerra se ha transformado profundamente. Se ha convertido en una guerra nacional, en una guerra de ejércitos organizados, en una guerra en la que intervienen en contra de nuestro pueblo, del brazo de los facciosos, fuerzas armadas extranjeras (…)”.

Y sigue: “La lucha del Poder legítimamente constituido contra un grupo de traidores, lucha que pudo terminarse, que pudo haberse liquidado rápidamente, se ha transformado en una guerra por la independencia de España, gracias al apoyo descarado que los fascistas alemanes, italianos y portugueses han prestado a los facciosos. Este apoyo del fascismo internacional a los sublevados contra el gobierno legítimo de España, ha ahondado y extendido la lucha y nos obliga hoy a combatir no sólo contra los rebeldes nacionales, sino también contra los verdugos fascistas extranjeros”.

Y precisa: “Hoy el pueblo español no se bate solamente contra los monárquicos, los moros, los bandidos del Tercio y las pandillas de fascistas y requetés, armados por el fascismo internacional. Hoy, nos batimos contra fuerzas de mayor volumen y de más grande significación. Merced a la ayuda extranjera pudieron los primitivos grupos de sublevados lograr incluso algunos avances, pero fueron paulatinamente liquidados en combates gloriosos por nuestras bravas tropas leales y milicias”.

Y acaba: “La guerra iba acortándose y se veía ya cercana la gran derrota de los facciosos, cuando éstos, al ver agotadas sus fuerzas, acudieron a Hitler y Mussolini para que éstos les enviasen, además de nuevos materiales de guerra, contingentes armados de sus respectivos ejércitos. Los Gobiernos de Italia y Alemania, solícitos a las llamadas de auxilio de los generales traidores a nuestro país, han enviado ya a España los primeros destacamentos de tropas fascistas y se proponen desembarcar nuevos contingentes en nuestra Península (…) Que sepan en el extranjero que todo el pueblo español, que todo lo que hay de sano y progresivo en nuestro país, está luchando para defenderse de una agresión cobarde perpetrada a mansalva por españoles traidores a su patria y contra las fuerzas invasoras del fascismo alemán, italiano y portugués, que sueñan con convertir a España en un pueblo de esclavos”. (El camino hacia la victoria. Declaración del Comité Central del Partido Comunista de España. Enero de 1937).

Diario16


La inevitable hora de la república. Álvaro Lobato

30/07/2020
Los 7 titulares más duros sobre el Rey emérito en la prensa extranjera

Las últimas informaciones aparecidas en multitud de medios de comunicación han acreditado con la inapelable fuerza de la evidencia lo que el creciente clamor de la ciudadanía intuía desde hace tiempo: que tanto la figura como el reinado de Juan Carlos I no han sido en lo sustancial más que un gigantesco fraude, un decorado hollywoodiense orquestado por los amanuenses de palacio en tupida y entusiasta connivencia con los legatarios de aquel régimen que fundó su legitimidad en una rebelión militar y se consolidó en la victoria fratricida de una guerra sangrienta.

Desde aquel lejano 22 de noviembre de 1975 en que fue entronizado por las Cortes franquistas, los medios de comunicación, los sectores sociales dominantes, la clase política heredera del franquismo y sus sucesores de la oposición democrática alcanzaron el acuerdo, en ocasiones tácito, a veces expreso, de salvaguardar la monarquía –una institución manifiestamente impopular en nuestro país– ensalzando la persona de Juan Carlos y protegiendo la figura del monarca con la sólida malla de una censura aceptada voluntariamente por todos los protagonistas. El resultado de todo ello fue una gigantesca mitopoiesis, una narración mítica, completamente alejada de la realidad, que se ha mantenido incólume durante más de cuarenta años.

Así se fabrica la historia, pero es también esa historia la que deshilacha los nudos de la trama. La pantomima argamasada con el papel couche de una prensa servil y anudada a los hilos del poder por los atemorizados lacayos políticos tenía los días contados en el mundo líquido de la era de Internet. No es casualidad que el mito se haya derrumbado con dos imágenes que, lejos de resultar anecdóticas, condensan en un instante todo un cambio de época. Un elefante abatido en un recóndito paraje de la sabana africana y una vulgar máquina de contar dinero han puesto fin al cordón sanitario que la prensa cautiva y la casta política habían tejido alrededor de la persona de Juan Carlos y de la institución que representa.

El coro tardío de los arrepentidos empieza a entonar sus lamentos. Se escuchan los primeros compases de lo que será una larga penitencia. Algunos de los más significados periodistas de nuestro país piden perdón en nombre de los medios de comunicación. Perdón por ese silencio cómplice que jaleaba la campechanía de su majestad riendo chistes sin gracia y actuando de saltimbanquis en la orquesta. Quienes llevamos años denunciando la farsa, sometidos en ocasiones al aislamiento y al ostracismo, les damos la bienvenida sin una brizna de ironía o de rencor.

En este momento crítico, en el que nuestro país atraviesa tantas dificultades, hay, sin embargo, razones para la esperanza. Y no se trata del optimismo ingenuo de quienes abren las páginas de la prensa rosa para soñar con las maravillas del país de Alicia. Me refiero a una esperanza que está inscrita en nuestro común horizonte de futuro y que impugna radicalmente la utopía. Nos encontramos en el umbral de un tiempo nuevo, de un punto de inflexión que decidirá nuestro destino durante décadas.

Hoy, ya no cabe albergar duda alguna. Toda apelación a cualquier forma de ignorancia es un ejercicio de cinismo culpable. Sabemos que quien ejerció la jefatura del Estado durante los últimos cuarenta años se dedicó a enriquecerse traficando con los intereses de la nación, dilapidó la confianza que el país había depositado en la institución que representaba, con su depravada vida privada coleccionando amantes y traicionando la lealtad de su pueblo. Parece como si el péndulo de la historia se hubiera inclinado una vez más hacia esa especie de «querencia Neroniana» que tradicionalmente ha contaminado a la monarquía borbónica.

Pero ahora, la oscilante vacilación de la historia toca de nuevo a rebato. En estas condiciones, resulta del todo inexplicable e incomprensible la obstinada negativa de las Cortes a investigar las ilícitas actividades de quien, aupado a la Jefatura del Estado por mor de méritos ajenos, convirtió la institución en poco más que un juego de trileros. Como me reconoció un letrado de las Cortes las excusas legales no son más que una triquiñuela para enmascarar la falta de voluntad política.

Resulta asombrosa la incapacidad de nuestra élite política para percibir, una vez más, las señales de la realidad. Como casi siempre, el viento de la historia parece haberles cogido tumbados en la arena usufructuando los inmerecidos privilegios de una cómoda estancia. Los más sinceros manifiestan temer las imprevisibles consecuencias que pueden derivarse de esa iniciativa. Recuerdan a aquel arquitecto que se negaba a sustituir las podridas vigas de madera por temor a que la casa se derrumbara, sin darse cuenta de que lo que procedía era construir un edificio nuevo. Ese temor es tan sólo un índice, y muy elocuente, de la profunda desconfianza en aquellos que dicen representar. Les espera el mismo agónico destino que a su protegido.

Se equivocan manifiestamente aquellos que pretenden reeditar los fantasmas del pasado, azuzando las brasas todavía incandescentes de nuestra común tragedia colectiva, porque la España de 2020 es un país que no guarda ninguna semejanza con aquella nación pobre y atrasada que alumbró la Segunda República.

Hoy ya nadie quiere rebuscar en el basurero de la historia. La proclamación de la Tercera República española no sobrevendrá como el anhelo utópico de un grupo de ilustrados o la llamada mesiánica a la revolución de la vanguardia iluminada de los desheredados. Será la consecuencia natural, una más, de un relevo generacional, de los jóvenes emprendedores que accedieron a la madurez de su experiencia vital en un mundo líquido de formas poliédricas, sin ataduras con el pasado, sin el pesado fardo de la herencia de la sangre y la tierra, inmunes al hechizo poético de la transición que ha cercenado durante tanto tiempo las iniciativas de sus padres. Ese es el sentimiento abrumadoramente mayoritario entre la ciudadanía; el suave aterrizaje de una república sosegada.

Nos hallamos inmersos en un tiempo nuevo; la cuarta revolución industrial ha transformado para siempre nuestros hábitos y costumbres, también nuestras instituciones. La manera de entender el mundo, de relacionarnos con los demás, de trabajar y comunicarnos, de gobernar y ser gobernados ha adquirido una complejidad incompatible con los modos y visiones tradicionales del pasado. Las legitimidades carismáticas y de origen han perdido su pertinencia histórica.

En este contexto, la monarquía, incluso sin la contaminante presencia de un ramplón comisionista, no tiene ninguna posibilidad de permanencia. La «providencial intervención» de Juan Carlos es una de esas tretas de la historia que juega sus cartas marcadas por la ironía del destino. Sólo podemos agradecer esta dádiva del azar. 

https://www.eldiario.es/opinion/tribuna-abierta/inevitable-hora-republica_129_6126800.html


La pandemia, Almeida y la batalla neoliberal. Quique Peinado

29/07/2020
José Luis Martínez Almeida: el lado personal del pequeño gran ...

Querido lector, querida lectora. Haced memoria y tratad de pensar en cualquiera de las conversaciones que hayáis tenido en estos días sobre el comportamiento de la gente en la pandemia. Reflexionad si vosotros/as o alguien a vuestro alrededor ha dicho: “Pues yo lo hice mal”. Posiblemente no lo hayamos dicho ninguno, nunca.

Y lo hemos hecho mal todos, en algún momento. Por no saber decir que no a alguna situación social, por relajarnos, por lo que sea. Pero una de las cosas que he sacado en claro de esta pandemia es que la tendencia a socializar los errores y privatizar los éxitos la tenemos muy extendida en esta sociedad. Pasamos de la época de la policía de balcón, en la que la rabia por hacerlo bien en primera persona nos llevaba a descargar cierta ira contra los que pensábamos que no se sacrificaban, a un estadio mucho más mezquino: nosotros lo hacemos mal, no lo reconocemos y ponemos el grito en el cielo por todos los demás.

La victoria semántica y filosófica del neoliberalismo en los últimos 30 años es tal, la extensión de su poder en todos los estadios de nuestras relaciones es tan abrumadora, que quizá esto sea el mayor exponente. Otro ejemplo, también con la pandemia: queremos ser cada vez más individualistas, queremos que cada vez se nos controle menos, pero acudimos al Estado para echarle la culpa. En lo malo que nos pasa estarán las instituciones y la sociedad, en lo bueno de lo que se hace estaré yo. No quiero pagar más impuestos pero quiero una PCR por cada español. Aplaudo a los sanitarios, que es gratis y puedo mostrar lo bueno que soy, pero no quiero un duro más para sus sueldos. Y me comporto mal porque el Estado me lo permite. Siempre gano.

El yo está en el éxito, el tú está en la culpa. No hay un “nosotros” real, solo asumimos la solidaridad si no nos cuesta un esfuerzo. Y este es el caldo de cultivo ideal para que el neoliberalismo se imponga aún más. Yo tengo mis objetivos, que son accesibles porque los consiguió el de enfrente, y asumiré todos los méritos que me lleven a acercarme a ellos y echaré la culpa a los demás de que no los logre. Y en el camino me dejaré el sentimiento de grupo, la solidaridad entre iguales, el compañerismo, el sindicalismo… qué sé yo.

Cuando Martínez Almeida accedió a la alcaldía de Madrid, dejó claro, en connivencia con sus socios, que retiraría subvenciones a lo que llamaban “chiringuitos políticos” como la Federación de Asociaciones Vecinales de Madrid. En realidad contra lo que se lucha es contra el asociacionismo, porque si se cortan esas redes, lo que se fomenta es el individualismo atroz, la casa en Las Tablas, tu coche, tu piscina, tu pádel, no conocer a tu vecino. Y si no conoces a tu vecino, lo temes. Y si lo temes, votas a quien te soluciona los temores.

Cortar ese círculo neoliberal requiere políticas valientes y sin miedos, pero también ganar la batalla del discurso. Hacer valer que el de enfrente importa. Que el de al lado eres tú. Que tus fracasos también son tu culpa y que en tus éxitos participan todos. Que nadie se hace a sí mismo. Que la solidaridad también es sacrificio. Que, de hecho, solo es sacrificio. Y que sí, en la pandemia todos lo hemos hecho mal de una forma o de otra.

https://www.infolibre.es/noticias/opinion/2020/07/27/la_pandemia_almeida_batalla_neoliberal_109385_2002.html


El rey Juan Carlos dio el «placet» 48 horas antes del 23F. José Antonio Gómez

28/07/2020

Diario16 ha tenido acceso a distintas fuentes que han confirmado que 48 horas antes del intento de golpe de Estado del 23 de febrero de 1981 los cabecillas civiles recibieron el placet del rey Juan Carlos a través del general Armada. Ello se produjo en una reunión celebrada en el domicilio de José María Oriol Urquijo, quien fue alcalde de Bilbao, presidente de Hidroeléctrica y Talgo, entre otras compañías, y una de las personas que fue a recibir a Juan Carlos de Borbón a la estación de tren cuando llegó a España. Además del general, en esa reunión se encontraban, entre otros, el anfitrión, José Antonio Girón de Velasco (ex ministro de Trabajo con Franco y el banderín de enganche de los ultras en los primeros años de la Transición) y Juan García Carrés (el correveydile de los protagonistas del golpe).

No era la primera reunión que se celebraba en el domicilio de José María Oriol, ya que en los meses previos al intento del golpe se celebraron diferentes encuentros en una casa situada en Monte Del Pilar que tenía una finca de 300 hectáreas, lo que garantizaba el secretismo. Nadie les iba a molestar mientras organizaban un golpe de Estado en el despacho de José María Oriol. La Fundación Mapfre, de donde es consejera Elena de Borbón, tiene en la actualidad su sede en esa propiedad.  En esas reuniones previas también estuvieron presentes alguno de los cabecillas militares como Jaime Milans del Bosch cuando se desplazaba de Valencia.

El contacto entre los generales y la parte civil era Juan García Carrés a quien, según confirman las fuentes consultadas, Girón de Velasco le iba abriendo las puertas de los despachos tras una llamada previa. Se trataba de un hombre simpático pero que generaba preocupación por sus excesos verbales y su elocuencia.

Tal y como hemos publicado en Diario16, los meses previos 23F fueron muy intensos. Se celebraban reuniones en muchos ámbitos y circunstancias. El rey Juan Carlos tuvo distintos encuentros con el general Armada. Sólo en el mes de febrero se reunión con el militar en 7 ocasiones, 6 de ellas presenciales (6, 7, 11, 12, 13 y 17 de febrero). ¿Qué asuntos tan graves y atípicos empujaban a Armada y al rey a relacionarse personalmente con tanta asiduidad (Baqueira Beret, La Zarzuela, conferencias telefónicas…) no estando ya el primero al servicio directo del segundo sino, por el contrario, en un puesto activo en el Ejército, al mando de la División de Montaña Urgel nº 4, en Lérida, y más tarde en el Estado Mayor del Ejército en Madrid?

Una de esas reuniones está protegida por el máximo de los secretos: la celebrada el día 13 de febrero de 1981, un encuentro que tuvo que ser muy importante porque el propio Armada solicitó por carta a Casa Real autorización para usar, durante el juicio, en su defensa el contenido de la reunión. Juan Carlos I se lo denegó y Armada fue condenado a 30 años de prisión sin que mencionara en ningún momento lo que ocurrió aquel día.

Según afirma el coronel Amadeo Martínez Inglés «allí se habló de la «Solución Armada», de la maniobra político-palaciega a punto de comenzar; del estado de las conversaciones con Milans y con los líderes políticos; del estado de ánimo en los cuarteles; del otro golpe duro que amenazaba, a corto plazo, a la democracia y a la propia Corona; de aquellas medidas, necesarias y urgentes, para intentar detener este último peligro sin dañar en demasía el orden constitucional vigente… Todo debía estar bajo control en esos preocupantes momentos, ya que nada debía dejarse al azar. La cuenta atrás había comenzado. La suerte estaba echada. Sin embargo, los hechos posteriores demostrarían que en el entorno de la famosa «Solución» político-militar no todo estaba tan atado y bien atado como se creía en La Zarzuela».

Respecto al resto de cabecillas del intento de golpe de Estado, ya publicamos en Diario16 cómo el rey se reunió con el general Jaime Milans del Bosch y se plegó a una de las principales exigencias de los militares franquistas: la cabeza de Adolfo Suárez.

Sin embargo, ¿qué ocurrió con Juan Carlos de Borbón? Según las fuentes consultadas, el rey les traicionó y, aún así, no acusaron al monarca. Todos se callaron. Diario16 ha podido saber que José María Oriol Urquijo, un hombre que madrugaba todos los días para ir a trabajar, el día del intento de golpe de Estado no salió de casa y, en cuanto vio cómo se estaban desarrollando los acontecimientos, se encerró en su dormitorio esperando a que la Policía o la Guardia Civil fueran a detenerle, algo que nunca ocurrió.

En este sentido son muy llamativas las palabras de Corinna Larsen definiendo al rey emérito: tiene la enfermedad de la deslealtad. Sólo es leal a sí mismo.


FUERA FASCISTAS DE NUESTRAS FÁBRICAS

27/07/2020

El anuncio de Vox de que se plantea la creación de un sindicato no debería pasar desapercibido si no queremos que ocurra lo mismo que en Alemania.

«El genio ya no está en la botella” declaró Simon Kaupert, secretario de comunicación del sindicato de extrema derecha Zentrum Automobil. Nos hallamos en mayo de 2018 y en Alemania se celebran elecciones sindicales para elegir la composición de más de 28.000 comités de empresa en todo el país. Zentrum Automobil, sindicato fundado en 2009 como el brazo sindical del partido neonazi Alternativa para Alemania (AfD), ha conseguido representación en siete comités de empresas del sector de la automoción como BMW, Porsche, Opel, Siemens o Daimler Mercedes-Benz con más del 10% de los votos en algunas de esas empresas.

En la planta de Daimler en Stuttgart Zentrum Automobil consiguió seis delegados en el comité de empresa siendo uno de los centros de trabajo con mayor presencia sindical de la extrema derecha. Oliver Hilburger es uno de los delegados derechistas en Daimler. Conocido en Alemania por haber sido activista de la extrema derecha y guitarrista del grupo musical neonazi Noie Werte fue uno de los fundadores de Zentrum Automobil y es hoy uno de los dirigentes más visibles del sindicato.

En un país con una gran tradición y afiliación sindical la extrema derecha se ha colado en los centros de trabajo de la industria de la automoción, una de las locomotoras productivas de Alemania. Con un discurso muy táctico ─a diferencia del frente político intentan evitar declaraciones abiertamente xenófobas─, el sindicalismo de extrema derecha se centra en denunciar los efectos de la globalización económica situándose como alternativa patriótica al “establishment” de la socialdemocracia sindical agrupada en la todopoderosa Federación Alemana de Sindicatos (DGB) que afilia a más de seis millones de trabajadores alemanes.

Si bien fuera del sector de la automoción la presencia del sindicalismo ultraderechista es aún muy minoritaria y casi testimonial, no se puede despreciar ni pasar por alto la entrada de Zentrum Automobil en las fábricas y en los comités de empresa de la industria más importante de Alemania. Porque marca un precedente que se podría extender a otros sectores del trabajo y porque surge en un periodo de transición y de reestructuración de la economía mundial.

¿ES POSIBLE UN VOX SINDICAL?

Sólo Vox podría anunciar la creación de un sindicato impulsado desde el propio partido que “no estará al servicio de ningún partido político ni de ninguna causa ideológica.” Contradicciones al margen, el anuncio de la formación ultraderechista no debería pasar desapercibido si no queremos que ocurra lo mismo que en Alemania. Y las similitudes comienzan por el propio discurso. Declaraba Santiago Abascal en un mitin celebrado en Galicia de la necesidad de crear un sindicato que no esté “al servicio de la izquierda y sus intereses globalistas”. ¿Nos recuerda algo ese discurso? Efectivamente es un calco de las soflamas de Zentrum Automobil contra la izquierda y la globalización de la economía, ésta última denunciada de manera vaga y confusa no tanto por la explotación laboral que genera sino por estar asociada a la internacionalización del trabajo en detrimento de la soberanía de los Estados.

Otra similitud es sin duda su rechazo al sindicalismo de clase y la denuncia populista de las subvenciones que los sindicatos de izquierdas reciben del Estado. Un discurso que pretende hacer frente al llamado “establishment”de los sindicatos mayoritarios pero con un objetivo final que no es otro que el de desmantelar toda estructura y organización sindical de clase en las empresas.

En realidad Vox no aspira a crear un sindicato. Su deseo es el de contrarrestar el peso de las organizaciones sindicales en las empresas y el de reventar huelgas en los centros de trabajo y en las calles en un periodo en el que se avecinan conflictos laborales por la caída de la economía a causa del covid-19. Sin embargo, y en un alarde de fariseísmo político, hablaba Santiago Abascal de la creación un “sindicato para la defensa de los derechos laborales de los trabajadores que no se arrodille ante los poderosos.” Un partido que precisamente nació de los poderosos para debilitar los derechos laborales de la clase trabajadora. Un partido que ha propuesto en su programa electoral el despido libre y reducir el gasto social. Un partido que fue el único que votó en contra del Ingreso Mínimo Vital para las familias más vulnerables y que votó en contra de prohibir a las empresas despedir a trabajadores durante el Estado de Alarma. Un partido que se manifestó en contra del paro de los sectores no esenciales de la economía en las semanas más duras del confinamiento cuando a diario fallecían más de 900 personas por el virus. Y un partido que una vez más se quedó en solitario votando en contra de derogar el despido por baja médica y como no, de derogar la reforma laboral del Partido Popular. Este es el partido que ha anunciado la creación de un sindicato bajo ese tapiz de populismo y de cercanía hacia los trabajadores.

El neoliberalismo salvaje que predica Vox hace que más que un sindicato lo que busque sea llegar a la clase trabajadora como posible caladero de votos, por un lado, y como fuerzas de choque de la patronal, por otro. Es decir, en primer lugar tenemos al partido de los dirigentes con apellidos compuestos de la aristocracia fijando su mirada en la clase obrera en un proceso de lepenización de su discurso.

No en vano, se han manifestado en las últimas semanas contra la desindustrialización de la economía e incluso un delegación de Vox se presentó en una de las concentraciones de los trabajadores de Nissan. La respuesta unánime del comité de empresa y de los trabajadores de Nissan fue la de rechazar la presencia del partido ultraderechista. En segundo lugar, Vox pretende combatir a los sindicatos de clase. En este aspecto, y salvando las distancias históricas y tácticas, su referente quizás sean más los “sindicatos libres” y el pistolerismo de la patronal en la Barcelona de los años 20 creados para responder desde la violencia y el asesinato a la pujanza del movimiento obrero catalán.

Vox sería la actualización de los “sindicatos libres” en el siglo XXI. Por ello quizás guarde más semejanzas con el pistolerismo de la década de los 20 que con el nacionalsindicalismo de la Castilla agraria de los años 30 o con el sindicalismo falangista que participó en la creación no sólo de los sindicatos verticales franquistas sino más tarde en la oposición sindical a ese mismo modelo, aunque como es obvio recupere parte de ese discurso muy especialmente el referente a la fraternidad entre patronal y la clase trabajadora. Para entendernos, Santiago Abascal, desprovisto de esa retórica anticapitalista del falangismo, no es Ceferino Maestú, viejo falangista que desilusionado con el sindicalismo vertical y sin renunciar a su ideología acabó siendo uno de los fundadores de CC OO. El modelo sindical de Vox recuerda más a un Francisco Aizcorbe, periodista y abogado carlista fundador de los “sindicatos libres” a quien la dictadura franquista le acabaría otorgando el titulo de Marqués de Zugarramurdi.

Vox es un monstruo creado por intereses empresariales e impulsado, no en menor medida, por los medios de comunicación que difundieron su discurso en los debates políticos en prime time de las televisiones y en publirreportajes dedicados a sus dirigentes en programas televisivos de la mañana como Espejo Público. Crear un sindicato y que éste gane presencia en los centros de trabajo es otra historia aún contando con medios y recursos económicos para ello. No es lo mismo presentar en el ámbito político una candidatura electoral en una circunscripción provincial o presentarse a unas elecciones municipales que presentar una candidatura en las elecciones sindicales. Se requiere de cierta estructura organizativa, afiliación, conocimiento del mundo laboral y sindical, y sobre todo necesitas en cada una de las empresas a un grupo de trabajadores dispuestos a dar la cara y presentarse en las candidaturas de un sindicato al que se le asociará de manera inevitable con el franquismo y la extrema derecha. Y si bien es verdad que Vox se ha asentado como partido político tanto a nivel social como electoral, no es menos cierto que un proceso de consolidación en los centros de trabajo tiene unos condicionantes más específicos y estructurales que no de mera coyuntura política.

No obstante, la entrada de un sindicato fundado en 2009 como Zentrum Automobile en los comités de empresa de las grandes multinacionales de la automoción en Alemania demuestra de igual manera que no podemos descartar el peligro en España. El mercado del trabajo en España, estructurado en su gran mayoría por pequeñas y medianas empresas en las que gobierna el caciquismo empresarial podría ser campo abonado para la llegada de la extrema derecha sindical especialmente en determinados sectores económicos.

Por otro lado, no podemos ignorar que el discurso contra las subvenciones o los liberados sindicales cala en ciertos sectores de la clase trabajadora. Y de ello se aprovechará el brazo sindical de Vox sin duda alguna. Así que lejos de frivolizar o bromear con el anuncio de la creación de un sindicato por parte de Vox es algo que debería de preocuparnos. Nos esperan tiempos de luchas laborales en el escenario económico post-covid 19 y necesitaremos de la unidad de la clase trabajadora. Si no queremos fascistas en nuestros barrios, tampoco los queramos en nuestras fábricas y centros de trabajo.

El SAlto Diario


La nueva educación. Gonzalo Osés

24/07/2020

“La nueva educación” fue el mejor libro de los 43 que me leí en 2015. César Bona, su autor, diría que casi el mejor profesor del mundo, narraba, de forma amena, cómo empoderó a su joven alumnado, transformando a cada uno de ellos para que, en vez de ser enciclopedias caminantes, se convirtieran en agentes de cambio para mejorar sus entornos. Por ejemplo, uno de sus mayores logros fue conseguir que una ciudad vetara los circos que utilizan animales como atracción.

Un lustro después, asistimos a la nueva normalidad, expuestos a la misma educación de toda la vida, ahora camuflada de digital. Como si la transformación on line constituyera un fin en sí misma, cuando tan solo es una herramienta que muestra en directo a los usuarios cómo es la educación de sus hijos. Tanto para lo bueno como para lo malo.

¿Qué modelo educativo queremos asumir?

El actual nos muestra escenas en las cuales se llega incluso a las manos, como ocurrió a finales del mes de mayo en un barrio de Madrid, por no saber dialogar en el Congreso los señores Iglesias y Abascal. En el modelo educativo actual nos abren las compuertas para rebajar la tensión y salimos todos a tropel a las terrazas de los bares sin tener ni la menor consideración por los demás.

¿Por qué es tan fácil incendiar y apagar el fuego? Es la manipulación, amigo. Esa que nos hemos acostumbrado a tragar a poco que nos toquen lo emocional y provoquen la confrontación. ¿Por qué carecemos de recursos para cuestionar los mensajes de odio por mucho que acumulemos títulos académicos? ¿Para qué discutimos con el objetivo de restar en vez de multiplicar?

Desde aquí planteo que nos atrevamos a asumir un modelo educativo distinto en casa, en la escuela y en la calle, centrado en empoderar a personas con criterio propio para recibir y gestionar diferentes mensajes que no necesariamente coincidan con sus valores. Un modelo que entrene a la audiencia de modo que recepcione las noticias de su medio de comunicación de referencia y se dé unos minutos de reflexión antes de activar el botón rojo de sus redes sociales o de sus grupos de Whatsapp para lanzar sus misiles nucleares, que lo único que hacen es destruir relaciones reales.

Un modelo que cuestione, como decía Harari, las convenciones sociales por la cuales, como masa, aceptamos regirnos. Aunque sean absurdas y nos posicionen inclusive en contra de nosotros mismos, siendo víctimas, en muchos casos, de fake news dentro del país más grande del mundo: Facebook. Cuyo vicepresidente, por cierto, es el genio español Javier Oliván.

Hay decenas de métodos educativos activos en estos tiempos, pero casi todos acaban siendo un embudo de conversión que va amoldando a las criaturas para que se adapten a un modelo de sociedad donde lo importante no es ser, sino parecer y tener, convirtiéndolas en adultos fácilmente manipulables. ¿Por qué niños de diferentes culturas, idiomas y razas son capaces de jugar y, conforme se adaptan a la educación de cada lugar, pierden esa capacidad social?

Sugiero a las direcciones de las escuelas de negocio que aprovechen este mes de agosto para mutar sus cursos de neuromarketing, PNL, comunicación eficaz orientada a la venta, etc. hacia la gestión de las relaciones, porque nos vamos a enfrentar a un otoño calentito. Ante lo cual es necesario que los adultos aprendamos a aprehender y gestionar los mensajes, para no actuar de una forma tan dirigida e inconsciente que nos sonroje cuando lo recordemos.


Felipe VI es el nombre de un golpe de Estado 1. Domingo Sanz

23/07/2020

Ocurre con algunos defensores de “causas”, y más si se están jugando la pasta, que, ante la derrota que asoma, comienzan a disparar sin parar y el ruido que les rompe los tímpanos no les deja ver el fuego que está quemando sus naves.

Algo parecido debe estar ocurriendo con muchos de los muy importantes que, con tal de salvar al rey de ahora, no paran de contarnos las tropelías del rey anterior y sus maletines llenos de billetes. Unos fajos que recibían el visto bueno del rey en esa máquina de contar dinero que Felipe VI aún no nos ha enseñado por la tele. Por cierto, no es necesario que espere al discurso de Navidad para hacerlo, si es que llega con ganas a esa fecha y, además, tiene la cara tan dura como para articular dos palabras que no parezcan que están ocultando un delito.

Circulaba, el efectivo, entre La Zarzuela, Suiza, Corinna y otros paraísos fiscales, transportado unas veces por padre de Felipe VI y otras por sus “asesores” y, que no se me olvide decirlo, si Felipe VI no nos quiere mostrar la maquinita billetera, que entre la Guardia Civil a buscarla por los rincones más envenenados de esa Zarzuela.

Un asunto, este de los delitos del padre de Felipe VI, que terminará siendo pasto de la prensa de la bragueta gracias, precisamente, a una investigación judicial que en España nunca se habría iniciado porque, con los mismos fundamentos, la justicia de aquí siempre se ha negado. Ni siquiera han aceptado una investigación parlamentaria.

Y lo del fiscal ese que dicen que habla con el de Suiza, mejor que no nos cuenten mentiras. Para perseguir a un delincuente llamado rey de España me fio mucho más de la demanda judicial instada por el Omnium catalán, que ha comenzado por pedir el bloqueo del dinero que pueda tener en Suiza el padre de Felipe VI.

Por cierto, no recuerdo que Felipe VI, en aquel comunicado de marzo, el del mismo día del Estado de Alarma, anunciara que había solicitado el bloqueo de cualquier dinero que su padre pudiera tener en cualquier país. Por ejemplo, en España, aunque quizás en este país extraño no tenga nada.

El caso es que las informaciones que van apareciendo para no hablar de Felipe VI proceden, casi todas, de las copias del procedimiento abierto en un juzgado de Suiza en el que el fiscal Bertossa está cumpliendo un papel decisivo. Corrijo: el papel que debe cumplir un fiscal que pertenezca a una justicia independiente de todos los demás poderes.

Entonces viene la primera pregunta sobre lo de ponerle al rey el nombre de un golpe de Estado, o viceversa: ¿Es la Justicia española independiente de una Monarquía que constitucionalmente se puede burlar de esa misma Justicia?

Como cualquier respuesta que no viole la lógica más elemental solo puede ser negativa, resulta conceptualmente imposible, dicho sea de paso, que la Justicia española sea independiente.

Y que haya alguien, por ejemplo, un rey, que constitucionalmente esté por encima de la Justicia, y de todo lo demás, resulta una condición legal de lo más oportuna para que ese rey, y esos colaboradores fieles que siempre estarán dispuestos a morir o matar por él porque la sombra del DEMAEHE* sigue presente, puedan desarrollar una estrategia de amenaza institucional permanente, desestabilizadora y dirigida siempre contra el presidente del Gobierno como expresión máxima de la democracia.

Esa estrategia, ayer contra Rajoy y hoy contra Sánchez, adquiere en la España de hoy una evidente dimensión de golpe de Estado porque Felipe VI sabe perfectamente que la vulnerabilidad de los presidentes del Gobierno en España es mucho mayor que durante el paraíso de la corrupción que el bipartidismo garantizaba. Y más si están, que estaba, en funciones. Pero el análisis de esa fase de la estrategia desestabilizadora lo haremos en posteriores entregas.

En cualquier caso, Felipe VI y sus colaboradores, por muchos nervios que se les rompan en medio del incendio que abrasa la monarquía, no pueden olvidar que estamos en el siglo XXI y saldrán perdiendo si intentan romper el envoltorio democrático que adorna la política.

Excesos calculados para provocar, véase el de Jorge Campos, líder de Vox en Illes Balears y diputado en su Parlamento celebrando el golpe de Estado del DEMAEHE* como la “efeméride más importante” y, además, “secundado en esa acción por la Asociación Unificada de la Guardia Civil”, según publica hoy mismo en portada el Diario de Mallorca, son hechos que hacen pensar que los defensores más radicales de la monarquía están comenzando a tener prisa. Como la tuvieron Milans y Tejero. El de la Guardia Civil.

¡¡¡Marlaska, ¿vive alguien ahí?

Regresaremos a las naves que se queman y a Suiza.

“Casi todas” las informaciones proceden de Bertossa, subrayaba en el séptimo párrafo de esta primera entrega sobre el golpe de Estado llamado Felipe VI.

A las cinco a.m. del 16 de julio el influyente Zarzalejos decidió hacer estallar, desde la portada de El Confidencial, una bomba que convirtió un funeral de Estado abarrotado de políticos de todas las clases en un aquelarre de miradas cuyos gestos multicolores se salvaron de las pantallas gracias a las mascarillas obligadas por una pandemia cuyas víctimas estaban siendo homenajeadas.

Felipe VI informó al Gobierno hace un año sobre la fundación panameña de su padre”.

Fue el titular, desestabilizador como ningún otro hasta el momento, de la madrugada del jueves 16.

Se trata de una de las pocas informaciones sobre la monarquía española que no han tenido que cruzar los Pirineos para regresar a España.

Es evidente que se concibió entre La Moncloa y La Zarzuela y, un año después de “hace un año”, desde alguno de ambos palacios alguien ha disparado esa “bala”, recibiendo, todo hay que decirlo, tan estruendoso silencio por parte del resto de influyentes embarcados en la causa de salvar la monarquía, que solo podemos pensar en un agarrotamiento sobrevenido, a la espera de novedades.

Nada puede decir Felipe VI, tan comunicativo a la hora de contar cuentos renunciando a herencias, porque es el sospechoso principal de una filtración cuya traducción exacta es “aquí estoy yo, y mucho cuidado conmigo”.

Y Pedro, ¿qué puede decir? Es el conductor del coche oficial donde han hecho estallar la “bomba” y, de momento, está aprovechando Europa para ver si se olvidan algunos de esos tan cercanos, a los que quizás debe una explicación.

La información de aquella madrugada en El Confidencial es decisiva para seguir investigando en la versión Felipe VI de golpe de Estado que estamos viviendo en uno de los momentos menos estables de nuestra historia reciente y que, como casi todo lo que implica a la Monarquía, proyecta la sombra larga del DEMAEHE*.

Para que quede claro, desde esta primera entrega, que el título no es una metáfora ni una frase provocadora para llamar la atención, diré que, en democracia, solo me refiero a “golpe de estado” cuando “alguien” que pretende alterar las decisiones del gobierno lo hace apoyándose en alguno de estos “argumentos”:

·         Empleando la violencia armada, especialmente la del ejército o la de las fuerzas represivas.

·         Amenazando expresamente con emplear la violencia armada.

·         A sabiendas de que el Gobierno piensa que puede emplear la violencia y ese “alguien”, el golpista, no destruye esa amenaza ni renuncia a alterar las decisiones del gobierno.

·         Si ese “alguien” conoce la existencia de fuerzas armadas que están dispuestas a protegerlo por encima de lo que ordena el gobierno y tampoco renuncia expresamente a esa protección especial, aunque le cueste el cargo, o deja de intentar alterar las decisiones del gobierno.

Si en España hay algún “alguien” cuya fuerza ha procedido en el pasado, y procede en el presente, de alguno de esos cuatro argumentos, es el rey.

En las próximas entregas seguiremos analizando el comportamiento de Felipe VI desde su coronación, en 2014, y realizaremos, hasta su abdicación, un marcaje sistemático de todos sus movimientos y decisiones. Dentro de la ley, por supuesto.

Continuará…

(*) DEMAEHE son las iniciales del Despreciable Español Mayor Asesino de Españoles de la Historia de España. Resulta que estoy harto de llamarlo por su primer apellido, como si fuera una persona. Además, los piadosos calificativos de “golpista” o “dictador” se quedan muy lejos de lo que corresponde a su amplio y acreditado currículum.


Tapar agujeros no es una opción. Juan Carlos Escudier

22/07/2020
POR QUÉ… SE CREÓ LA”UNIÓN EUROPEA”? – selfiedemimundo

Aunque faltaba la lluvia de cava y había que imaginar a Merkel como una niña de San Ildefonso con la bolita en la mano, lo cual no es nada sencillo, el triunfal regreso de Pedro Sánchez a Moncloa y los aplausos ministeriales dejaba claro que esta vez sí que nos había tocado el Gordo en Bruselas y no una simple pedrea. Los 140.000 millones, la mitad en subsidios a fondo perdido, parecen una de esas cantidades ingentes que nos plantea el reto al que se enfrentan todos los pobres a los que les sonríe la fortuna o el calvo de la Lotería: gastar sabiamente.

Tenemos fama de derrochadores pero lo cierto es que nunca hemos tenido muy claro qué hacer con el dinero, salvo autovías y adosados, que en eso sí que somos autoridades mundiales. De ahí, por ejemplo, que de los fondos estructurales que nos correspondían para el período 2014-2020, tuviéramos a 1 de enero de este año más de 12.000 millones pendientes y estemos, como suele ser habitual, a la cola de la UE también en la ejecución de estas partidas. Se nos llena la boca con la España vaciada, el I+D y el medio ambiente, pero hemos sido incapaces de aprovechar la cofinanciación europea en estas materias que, si no completa, es del 70% en cada uno de los proyectos.

Lo de ahora es el más difícil todavía porque lo que se nos exige es cambiar nuestro modelo productivo, que es algo que ya Zapatero quiso hacer por ley allá por 2008 cuando Miguel Sebastián era ministro y nos regalaba bombillas de bajo consumo para que fuéramos entrenando. Ya entonces se nos hablaba de economía sostenible, hermosas palabras con las que se pretendía refutar ese principio de Arquímedes que todavía hoy sigue rigiendo en algunos lares y que se expresa con la siguiente fórmula: toda parcela sumergida en un plan de urbanismo experimenta una recalificación hacia arriba proporcional a la mordida que obtiene el concejal de turno, su partido o ambos a la vez. Se nos pide, en definitiva, un salto de fe, un milagro que transforme a los peones de albañil en técnicos fotovoltaicos y les permita cambiar el pañuelo de cuatro nudos por batas blancas e impolutas. Y queremos creer que es posible, pero nos cuesta.

Que nos pregunte Tezanos y comprobará que la inmensa mayoría, excepción hecha de los florentinos de turno, estamos a favor de las energías verdes, de la biotecnología, de la ciencia en general, con su camisita de innovación y su canesú de conocimiento, y nos declaramos muy partidarios de la economía circular a poco que nos expliquen en qué consiste realmente más allá de que los futuros residuos serán nuestras materias primas. Una vez que hemos entrado del siglo XXI, estamos muy dispuestos a que el nuevo siglo entre en nosotros.

Recelos tenemos, para qué negarlo. De hecho, nos parece que más que otro modelo lo urgente es el cambio de mentalidad de quienes pasan por ser nuestros emprendedores de cabecera, que no es gente que se descalce por menos de un pelotazo o, en su defecto, por un beneficio inmediato de dos dígitos como poco. De nada valdrán los nuevos paradigmas si se enfrentan con la misma actitud, con la misma precariedad laboral que es la base de nuestra competitividad y con la vista puesta en la exención, la deducción y la subvención pública, eje fundamental de los planes de negocio en este país.

Bienvenido sea el nuevo modelo productivo, aunque de momento sea un tejado muy bonito para un edificio al que le siguen faltando los cimientos. Antes de plantearnos ser Sillicon Valley convendría quizás corregir el subdesarrollo que llevamos acumulado, que no es poco. Seguimos creyendo que la inversión en I-D-i es una excentricidad, que la educación es un gasto superfluo, que es una pérdida de tiempo y de dinero eso de inventar porque es más sencillo pagar por las patentes de otros, que el principal destino de los beneficios empresariales no es la reinversión sino el dividendo y que el éxito no existe si el retorno de la inversión se demora más allá de dos semanas.

Por primera vez tenemos la oportunidad de salir de la crisis por el camino correcto y sentar las bases de un crecimiento que no sea la principal causa de las desigualdades. Entre subsidios y préstamos tenemos a nuestra disposición el 11% del PIB para un plan de actuaciones que ha de presentarse en octubre. Más que un pecado, sería un delito no aprovechar el premio en algo que no sea tapar agujeros y sucumbir a esa maldición del Gordo de la Lotería que termina por arruinar en cinco años a sus agraciados. Hay vida más allá de las rotondas, del ladrillo, de los bares de copas y de las facturas sin IVA. O eso dicen.

Tapar agujeros no es una opción


A régimen del 78. Javier Aroca

21/07/2020
Fotos: El Rey abdica: 39 años de un reinado | España | EL PAÍS

ra una cena como tantas del vargasllosismo de la corte, literatos, expresidente, financieros, inmigrantes ricos, periodistas, en fin. En esas cenas se compone de todo, hasta emparejamientos y futuros matrimonios; se trata de perpetuarse. Por eso, la dieta es la misma: están a régimen del 78. No hay discrepantes. Aquella noche no fue muy agradable. Jordi Pujol, uno de los suyos, el virrey de la marca catalana de la corte, había advertido, al mismo tiempo que confesaba, lo de las ramas del árbol. Lo entendió todo el mundo, todos hablan catalán por los codos, pero hubo sobresalto. Un destacado comensal se ofreció pero rápidamente se convino en que no había nada que hacer. Las fuerzas contrarias se compensan y la amenaza era fruto de la necesaria intervención de los primos del CNI por el asunto díscolo de Catalunya. Pero no habría peligro. Todo estaba controlado, el riesgo estaba medido.

Lo que no sabían los literatos y profetas del régimen del 78 es que iba a haber otros cantes. Falló la inteligencia. Manolo Escobar, nuestra arma más potente en Europa, nunca fue suficiente.Tanto la prensa extranjera como otros implicados acabarían cantando –y no por mi héroe almeriense–, sin que la figura de Pujol fuera ya un peligro. Una vez sabido todo lo sabido y por saber de Juan Carlos y, de camino, de la Transición, a qué mantener la vergüenza de la inacción judicial contra la familia Pujol. Fue una cena horrible, apenas comieron. Cosas de los regímenes. Toda la familia Pujol, a pesar de haber estado disciplinadamente a régimen del 78, al banquillo después de más de un lustro de lo de las ramas.

Los líderes paranoides, estoy en deuda con el siquiatra José Cabrera Forneiro y su libro ‘La salud mental de los políticos’, no se fían de nadie, por eso la estructura del poder despótica que genera castiga a los desviados. Es decir, si no estás a régimen del 78, estás fuera. Es lo que ha pasado en estos 40 años de régimen y que explica el silencio cómplice de periodistas, políticos, cultos, literatos, teatreros y poder en general.

Algún líder, apoyado por los grupos de presión, ha convertido su poder en una ficción cosmética, lo cual ha creado en la gente la idea de un poder imaginario fruto de su eco en los medios, a la carta –una especie de discos dedicados–, detrás de los cuáles hay grupos de presión que interactúan con los partidos. Es un poder ficticio, irreal pero muy eficaz porque se encuentra con una ciudadanía que ni tiene tiempo, ni ganas, ni siquiera posibilidades reales de comprobar dicho poder. Como dice Cabrera Forneiro, es la anestesia general por la sobrecarga de información.

Y así, controlando todo durante cuarenta años, se nos dice que la crítica democrática es una operación para derribar el régimen de 1978, urdida por un policía corrupto, que lo fue con gobiernos socialistas, y «una señora», a la que frecuentaban en la corte, ellos y sus servicios secretos o más bien mamporreros, y se benefició de 65 millones de lo que sea.

Y vienen muchas preguntas: si es así, una ofensiva de excluidos del vargasllosismo, ¿por qué su hijo, Felipe, se desprende de su padre, se deshereda –bueno–, por qué la Fiscalía, por qué la justicia suiza, la prensa libre anglosajona, por qué tanta sobreprotección parlamentaria?

Y no hay respuestas, sino una conspiración judeomasónica de rancio abolengo azul. Y se dice que hay presunción de inocencia por un señor que es jurista. Presunción de tal no hay cuando el imputable no lo es sino inviolable, por consiguiente, con presunción de nada sino axioma de inviolabilidad, sostenida erga omnes por los legistas y jurisconsultos del régimen en toda sede democrática, sea parlamentaria o judicial. Seguramente lo que se pide es presunción de inocencia mediática, si no mutis, que sí cabe, pero ya no, y más cuando se ha condenado tanta gente a galeotes y camarotes radiofónicos y editoriales, mejor callarse.

Me puedo imaginar –sin poder ir a surfear– a los jurisconsultos del régimen, los de la Casa, más los voluntariosos de lo que tendría que venir, ante la Constitución, la ley orgánica de abdicación, el real decreto del Registro Civil sobre la Familia Real, el real decreto sobre títulos y tratamientos. No hay manera.

No se me ocurre título alguno para sacar del Registro Civil a Juan Carlos como ascendiente del rey, que no sea la defunción –sin ser cenizo–. Se podría modificar el real decreto sobre títulos pero sin atacar al régimen del 78. ¿Felipe? Otra solución sería modificar el Registro Especial Civil de la Familia Real para que los ascendientes no formen parte de ella, pero Felipe, cómo considerar que no es otro ataque al régimen del 78. Por cierto, y pido ayuda, los ascendientes de Juan Carlos nunca formaron parte de la Familia Real y estamos hablando de una medida del régimen. Un poner.

Siguiendo con Cabrera Forneiro, la personalidad narcisista en política genera la necesidad de una gran admiración que choca con la realidad y acaba en una falta de empatía con la gente salvo que se pueda controlar su egolatría y la use en beneficio común.

El profeta jurídico, sigo ahora a Weber, si no está en forma se derrumba. El profeta es siempre una creación continua de su propio mandato, aunque sea imaginario. Si falla, como está ocurriendo con Felipe González, se convierte en uno cualquiera –ha fallado mucho a los ojos de sus mandantes–, o en un loco, dice Weber, porque se sitúa a un paso del descrédito que humilla al loco y a otro del respeto del aura que rodea al profeta.

Situarse fuera del régimen del 78, en pleno siglo XXI, es como dimitir de cualquier otro régimen, sea el de la alcachofa, el ayuno intermitente o el cartucho, por muy milagroso que te cuenten que es. Hay que reconocer que mucha gente ha engordado con el régimen del 78 pero, en general, la mayoría de los que nos ponemos a régimen es para no acabar acochinados.

https://www.eldiario.es/andalucia/desdeelsur/regimen-78_132_6114481.html


CARTAS DE VERANO ENTRE DOS MUJERES (1), POR E. DE LA CRUZ Y L. MODROÑO

20/07/2020

Luz Modroño, psicóloga, profesora de historia, activista social, y Enriqueta de la Cruz, escritora, periodista, colaboradoras de Federación de Republicanos (RPS), inician una correspondencia de verano, sus Cartas de verano, donde a modo de mini artículos reflejarán sus pareceres sobre política y actualidad social, económica, nacional e internacional.

Estimada amiga Luz:

Estoy absolutamente sorprendida, por el sesgo que va tomando nuestro país, verdaderamente descabellado a mi modo de ver y el de cualquiera sensato, entiendo.

El funeral o los funerales por las víctimas es tan engañoso como todo lo demás en la política interna. Creo que ha llegado la hora de plantearse las cosas, como ciudadanos, sin dejarnos engañar más, ni un milímetro pasen más allá con tanta chorrada, nadie.

Está bien que no se deje a los obispos católicos monopolizar jamás en adelante lo que pertenece a otros ámbitos, que son reinos de este mundo y no del otro, que es el cometido de ese imperio, trozo vaticano de Roma, como diría Rousseau en El contrato social. Pero claro, son un poder y son política. Hacen política pura y dura.

En Francia, país vecino, socio comunitario, ya el nuevo gobierno ha dicho claramente que se van a tomar en serio, radicalmente esto del laicismo y que no te coman terreno los diferentes opios del pueblo que ahúman y perjudican gravemente y meten sus narices donde no deben estar. Pero, claro, ahí tienen una política de Estado.

En cambio, aquí, a Sánchez y sus socios populistas o aburguesados izquierdistas, representantes de la burocracia de aparato, que no representan a nadie real con sus necesidades reales, con sus problemas ciertos, solo se les ocurre de nuevo lo del café para todos y amparar en un estado aconfesional a más parásitos, a más nubladores de la mente humana, a más representantes de credos que permiten ablación de las mujeres, su mutilación sexual, casamientos de infantes, lapidaciones, y racismos exterminadores del pueblo palestino, por poner por caso.

No podemos cerrar los ojos a cantidad de poderes de influencia que arruinan literalmente familias, sectariamente, y perjudican socialmente en nombre de sus creencias, que deberían quedar en un ámbito estrictamente privado y no exhibirse como cosa de Estado, decidida en despachos sin consulta popular. Y ¿por qué en ese aquí vale todo no llaman a las asociaciones de laicos e invitan a los ateos con víctimas, a los ateos ofendidos continuamente porque sus respetos se los pasan por las narices y sus derechos, que tienen que oír hasta en pleno confinamiento las coplas de procesión, a los fanáticos chillándoles en sus pueblos esas ridiculeces de llamamientos para que llueva o no truene o, en fin, a esos sacrificadores de razón y mutiladores de infancia, de amor, de vida feliz…

Y mientras se codean con estas cosas, como si no hubiera Constitución y aconfesionalidad por ley, mientras pasan de la Consti cuando convine, espían a sus adversarios políticos o amparan su mal proceder con mil tretas, aprovechando el sillón. Lo que han hechos siempre los fascistas.

Cuánto tiempo hemos gastado algunos en decir que no, que no son los mismos unos y otros para que, GAL por medio, nos enteremos ahora de la poca diferencia entre Aznar y Felipe, que salieron de los mismos senos eclesiásticos y de poder a los que convino auparles. ¡Ay, y hemos tardado 40 años!, hasta que la CIA desvelara a su instrumento más encantador de serpientes que se haya visto, buen parloteador, eso sí. Y lo tire ya, a la basura de los tiempos. El mismo que hablaba de su presunción de inocencia y cree, a estas alturas, inocente a los reyes, esos supuestos pegamentos de falsa bandera que ya ni pegan na, ni pinchan ni cortan. En todo caso pegan los sueldazos y caprichos de los encumbrados.

Los defiende Felipito, se defiende…, frente a los testimonios de las señoras que se han cepillado todos y más cosas… Y perdonen la expresión, es el lenguaje de ellos. “Chochito”, “culitos encuerados”, Pigmalión… ese club… Es lo que ven en las mujeres, esos tipos. Jamás han hecho política igualitaria, claro está. Son de los club de hombres, de poder y sexo, de puro en boca y anos abiertos al gran juego, donde el crimen es parte de…

El planteamiento panfletario, por si las moscas, dicen, es el de ellos, y barato, barriobajero, lo que pasa es que como pagan millonariamente a tanto asesor opusino de imagen, pues eso, parece que son los otros los que por criticar lucimientos horteras de tacón, falda, pantaloncitos nuevos y caretitas negras, y el putiferio bendecido por la Iglesia católica, patinan.

Yo me pregunto a qué tal despilfarro, a qué estar en modos atrasados, vergonzosos, en lugar de hacer planes auténticamente de Estado, políticas de recuperación económica serias que limiten el precariado, que permitan encargarse a la gente de sus mayores y no solo de trabajo, trabajo y más trabajo, o de buscarlo e ir a la cola del Inem virtual, que sigue de desastre. Girar la sociedad hacia los intereses generales que son república y, por cierto, el que se anime a derribar Colón, la estatua, o pintar en ella contra el colonialismo, que de paso ponga y restituya la bandera tricolor, símbolo único de la democracia española y quite la que ofende cualquier conciencia cívica por ser la de los colores del genocidio del 36.

Que también, vaya, se acerquen por esa gira real, que siguen intentando señorear los paseantes, sin lograrlo. Cómo que hace esa pareja que le bailen el agua los dantzaris, ridículamente, mientras tapan y persiguen las protestas a favor de la república y la decencia.

Esos reyes en un funeral y luego en el otro, esos que no representa ni a las víctimas, ni a nadie, con ese lujo y despilfarro, más, como dices tú algunas veces, las comiditas que vienen después, con sus invitados y demás para el lucimiento de poder. Que nos cuestan un ojo de la cara sin consultarnos si queremos pagar esas cosas, si nos las podemos permitir en medio de una pandemia y una crisis bestial que solo ha hecho comenzar.

Pues claro: El lucimiento le vendría a la izquierda de dejar de torearnos y ser de una pieza, honestos, o dimitir ante imposibilidad de moverse en este corsé del 78, régimen de la omertá y la ley de amnistía de los asesinos del 36 y posteriores años, y presentarse de nuevo para otras cosas: política de res pública y hechos concatenados, coherentes, duraderos y no politiqueo de gestos. Estamos hasta el gorro de bobadas.

Lo de Vox, lo de la ultra y esas cosas que dicen, es que eso ni lo comento, ya se supone de esos tipos, no les daré publicidad.

Creo que creen que somos tontos. Digo, los políticos, ¿eh? Por cierto, nada de votos pro monarquía. No a ese referéndum en serio. No se puede poner en la balanza democracia y a quienes nos robaron la democracia por un golpe de Estado y sus herederos; no es decente. La esclavitud, lo impuesto, no se vota. No es opción.


Querida Enriqueta:

Sostienes que los políticos y los gobiernos no se enteran de que no somos tontos. Difiero. Creo que si lo saben, de sobra. Pero no les importa, tienen herramientas suficientes para seguir burlándose mientras siguen protegidos. Fíjate si no en lo que implica la inmunidad, que no sólo quieren que sea parlamentaria sino que abarque a su vida entera, a sus negocios, a su actividad fuera del Parlamento.

No puedo estar más de acuerdo contigo: no hay que celebrar referéndum alguno, no nos podemos arriesgar a que –no olvidemos que el dinero es don dinero y muy peligroso porque puede tener en sus manos, a falta de conciencia sólida de algunos compatriotas, la balanza que siga perpetuando en el sillón más alto a la familia- las cosas no cambien ni a que un hipotético resultado en las urnas fortalezcan la herencia de un país. No, al igual que no se quiso celebrar en Cataluña el referéndum que exigía la gente, tampoco en este caso debe celebrarse. La fuerza del Parlamento ha de ser suficiente para decidir el cambio. Que voces en la calle no faltan y argumentos tampoco. Modernícese el Estado, sacudámonos de encima estas rémoras medievalistas, avancemos en la democracia que suficiente tiempo ha tenido ya para ser madura.

Cambiamos de tercio: las consecuencias del covid han estado directamente relacionadas con la pobreza, Enriqueta. Y la protección frente al virus también. Las residencias de mayores no han sido todas afectadas de la misma manera. Y es cierto, mientras el confinamiento se imponía en toda España, el trabajo cuando se ha podido se ha convertido en teletrabajo o nada, hay sectores que producen buenos dividendos, llevados por migrantes, que no han parado. Ni los cuidados que muchas mujeres migrantes realizan en casas, ni el que hacen –mucho más duro y peligroso y olvidadas, porque aunque sólo fuera por el miedo al contagio, seguramente aquellas han recibido mascarillas, guantes y termómetro- mientras que estas sólo han recibido olvido, trabajo duro y esclavo, abandono y desprotección, como te decía al principio.

Son las fresadoras, mujeres que han de realizar una labor tan delicada como dura. Que termina provocando fuertes dolores musculares por la posición en la que han de trabajar, que no pueden detenerse ni –literalmente- para mear y que son pagadas miserablemente. Como descanso, un jergón en una chabola hecha de cartones y plásticos que más de una y dos veces ha salido ardiendo sin que nadie, ni propietarios ni instituciones muestren intención alguna de cambiar tan duras condiciones. Año tras año vienen a los campos onubenses en busca de pan.

Contratadas en origen, bajo unas premisa que sistemáticamente los empresarios incumplen –en estos días se está investigando a uno de estos empresarios que “se ha pasado”, un tal “el Curi” Frutas el Curi, atención- las freseras son maltratadas, atemorizadas, amenazadas para que callen, mientras patronal, gobierno, la UE y los grandes sindicatos miran hacia otro lado.

Sólo el apoyo de otros ciudadanos como Antonio Abad, lucha denodadamente por ellas.

Hasta que ellas mismas, consiguiendo armarse del valor necesario, que la dignidad no les falta, han decidido denunciar al tipo. La noticia no ha tardado en tener eco en algunos medios.

Años llevamos con esta situación. Y años de lucha han hecho falta para que esta situación sea cada vez más conocida y acapare el interés de medios e instituciones. Al parecer y según denuncian las propias víctimas de este sujeto, les cobra 50 euros por dormir en un lugar carente de agua caliente y sanitarios que no son sino un agujero en el suelo; les obliga a hacer horas extras que no son pagadas, les retiene el cobro del salario como medida de presión… Los hechos evidencian la complicidad entre algunas instituciones y la patronal. El tres de junio, se presentó una inspección sorpresa en los campos de este individuo, como resultado de la misma se evidenció toda la trama de incumplimientos, abusos, irregularidades… habituales en la finca. El 4, una persona de la ONG Mujeres en Zona Conflicto, ligada a la Junta de Andalucía, se presentó en nombre del Gobierno andaluz pidiendo a las trabajadoras que no ratificaran los hechos descubiertos y denunciados por los inspectores bajo la amenaza de despido de todas las trabajadoras por la multa que se le impondría al maromo. A día de hoy, la situación sigue estando arcada por las mismas condiciones: maltrato, abusos, vejaciones…

Ahí va la poesía:

MANOS DE FRESA

Manos de fresa, labios de fresa,
rojo carmesí de sangre y sudor.
Llegaste, mujer, buscando pan para tus hijos,
A una tierra fértil que no te pertenece,
Exilio obligado marcado en la piel.
Una tierra de la que arrancar, sudor y lágrimas y suelo de paja y barro.
sudario donde descansar al caer la tarde,
un fruto prohibido para ti-
Te dicen ilegal por no tener papeles
más la extensa huerta sobre la que tu cuerpo se dobla
no sabe leer.
Manos de fresa, largos dedos de coral,
Bendecidos para cortar el rojo fruto,
deleite de desconocidos paladares
Ignorantes del dolor que esconde.
Fruta jugosa-
Tu cuerpo delgado y fino se cimbrea
cual hoja de otoño
al final de cada tarde.
Y resistes.
Eres mujer y eres pobre,
Vienes de una tierra quemada, tierra de huida.
Cae tu frente vencida
más no humillada, mujer,
mientras recoges
el fruto jugoso del fresal.
Y clavas tu mirada digna,
Indefensa y valiente
En el surco que alimentas
Y esperas cada noche que
El jergón en el que duermes
Y el sucio plástico que te cobija
Te den un día más de tregua.

En el Congreso se va a debatir en estos próximos días una demanda que ha estado moviéndose por las redes y que es de estricta justicia: la regularización de todas las personas migrantes que han pasado la cuarentena del covid-19 en nuestro suelo y la nacionalización de todas las que habiendo realizado labores esenciales lo soliciten. Han estado trabajando, apoyando con su trabajo nuestra economía, con sus cuidados a nuestros mayores, arriesgándose a contraer la enfermedad. Justo es que se reconozca el papel que han jugado durante todo este tiempo.

Veremos si es posible que salga adelante porque las voces de la impresentable derecha que tenemos encima no van a dejar de oírse bien alto. Será interesante escuchar sus argumentos, repletos de injusticia, violación de derechos humanos… que una vez más mostrarán la catadura de esta gente.

Y claro que los recursos del planeta darían para acabar con el hambre en el mundo. Y claro que otro mundo mejor es posible. Y sería bien sencillo si los recursos se repartieran atendiendo a justicia, porque la pobreza, la guerra, el hambre y la enfermedad, esto es, los cuatro jinetes del Apocalipsis bien definidos por otro gran masón, Blasco Ibañez, no son sino cuestión de injusticia.